Vamos de sorpresa en sorpresa. De los restaurantes más sofisticados de Lima a la fascinante Cuzco, pasando por los vestigios incas del Valle Sagrado y Machu Picchu, el mítico lago Titicaca, o la Cordillera Blanca y el sobrecogedor cañón de Colca. La diversidad del país es así: desierto y dunas en la costa, volcanes y nieves eternas en los Andes, y selva en la cuenca amazónica.
Los contrastes también se aprecian en los medios de transporte: mientras que las reservas nacionales de Paracas, Pacaya Samiria, Manu o Tambopata, con una fauna y flora increíbles, se pueden descubrir a bordo de piraguas, al Machu Picchu, la misteriosa ciudad inca perdida en el corazón de los Andes, se puede llegar en un apabullante tren de lujo.
Las dos ciudades más bellas de Perú tampoco se parecen. Arequipa, presidida por el volcán El Misti, regala su enorme riqueza colonial y vertiginosos cortados en sus alrededores; y Cuzco brinda las huellas de la Roma de los incas. También nos acercamos de forma diferente al agua: desde la bonita Puno, al borde del Titicaca, y desde Mancora, sobre el Pacífico, perfecta para una placentera estancia costera.