Birmania seduce por los miles de templos con monjes vestidos en color azafrán, las brillantes estupas doradas y los budas gigantes que salpican sus paisajes, ciudades y pueblos. Ese fervor religioso se aprecia especialmente en la majestuosa pagoda Shwedagon de Rangún, en el recinto arqueológico sagrado de Bagan y en los edificios de la mítica Mandalay.
Pero el país también esconde 2.000 kilómetros de costa con inmensas playas y una naturaleza intacta que se puede recorrer a lomos de elefante, en globo, en barco y hasta en tren de vapor. Y ¡sí!, ponemos ese universo misterioso que enamoró a Rudyard Kipling al alcance de tu mano.
Después te aconsejamos saltar a Camboya, un país que atesora mucho más que los famosísimos templos de Angkor, vestigios de la capital del Imperio Jemer. Explora sus montañas recubiertas de densos bosques, arrozales y aldeas; el gigantesco lago Tonlé Sap; el legendario Mekong; las playas de aguas cristalinas de Sihanoukville; y, porqué no, sus recónditas islas privadas.